martes, 11 de diciembre de 2012

Luna


La brisa mece mi cabello y hace surgir un escalofrío que recorre mi espalda. Me encojo más en mi frío asiento y elevo la vista al cielo. Una noche estrellada cubre la totalidad de mi visión y, en el centro de la misma, una gran esfera blanca. La luna ilumina trémulamente mi rostro y hace brillar mis ojos.

La luna, siempre que miro la luna tu rostro acude a mi mente. Su luz me abriga y me resguarda de todo mal, como si de tu preciosa sonrisa se tratase. Recuerdo todos y cada uno de los momentos en los que me has abrazado mirando al satélite. Ese día en el que simplemente con tu presencia, con tu sonrisa, con tu forma de hablar derrumbaste el muro que rodeaba mi castigado corazón y lo abrigaste hasta que quedó cálido y palpitante, lleno de amor.

Desde tu incursión en mi corazón ya no hubo vuelta atrás. Alimentaste ese amor día tras día con caricias, con besos, con “te quieros” susurrados al oído… No hubo vuelta atrás, un destino se había forjado, dos almas se habían fusionado y un nuevo muro rodeaba, en esta ocasión, nuestros dos corazones. Un muro inamovible, infranqueable e imperturbable. Un muro que forma nuestro hogar. Ni las peleas, ni las discusiones, ni ninguna mala intención pueden colarse para envenenar el lecho donde nuestros dos corazones, entrelazados, disfrutan el uno del otro y se aman ausentes de lo que pasa alrededor.

Amor, aquí estoy sentado en un banco de fría piedra observando el brillo de la luna. Una sensación invade mi pecho, mi corazón se excita, grita y se revuelve. Y ¿sabes por qué? Porque reconoce la cercanía del tuyo. Giro la cabeza y allí estás, apoyado contra el tronco del sauce que plantamos en ese mismo lugar, ¡cuánto había crecido!. – Entra en casa cariño, hace frío y ya está hecha la cena.- dices con esa sonrisa tuya que delata lo que sientes por mí. Esa sonrisa que pones cuando crees que no te miro y contemplas mi rostro. Entras en casa y cierras la puerta con suavidad no sin antes dirigir una mirada a la Luna.

Muchos años han pasado ya desde ese momento en el que acunaste mi alma y la diste forma fusionándola con la tuya. Años llenos de momentos, buenos y malos, pero todos ellos llenos de amor. Me levanto del banco del jardín y entro en nuestro hogar para seguir viviendo mi mayor deseo, ser feliz a tu lado.